Fenómeno de ingravidez

Reinterpretación de un cuadro de Remedios Varo.

«En Fenómeno de ingravidez (1973), un científico mira estupefacto cómo su modelo de la tierra y la luna despega del soporte en que lo ha colocado y flota por sí mismo en el espacio… «El astrónomo trata de conservar su equilibrio encontrándose con el pie izquierdo en una dimensión y el derecho en otra».  Los físicos inmediatamente reconocen en este cuadro la teoría física de Einstein, con la cual modificó los conceptos de espacio absoluto y tiempo absoluto con que Newton había elaborado su propio modelo del comportamiento de los objetos en el espacio-tiempo bajo la influencia de la gravedad». ¹

Remedios Varo imagina a la perfección ese salto de intuición en que el astrónomo experimenta la separación de dimensiones a la manera de los místicos y los magos y a la vez conserva en la mirada la atención total y coherencia de su ánimo investigador. El ángulo en que los vértices de la habitación se abren, es con frecuencia descrito en materiales introductorios a la Teoría de la relatividad especial de Einstein donde aparecería un gráfico similar a este:

La línea x representa una dimensión del espacio, y la t representa la dimensión del tiempo.

Para la reinterpretación de la obra utilicé diversos materiales disponibles durante la cuarentena como varillas de pasta, semillas, legumbres y en su mayoría piezas encontradas por la calle y la playa cercana, conchas de mar, pedazos de alambre o hilo de pesca.  Todo el modelo astronómico es un móvil suspendido que funciona a la vez como un sofisticado mecanismo de Golberg. Una delicada secuencia de balances y pequeñas trampas que se activan una a una al liberar un mecanismo que inicia una reacción en cadena con el fin de mover suavemente la tierra y su luna. Como un reloj de cuerda, antes de iniciar la foto debía pasar muchas horas de cuidadoso armado, a veces noches enteras en las que un pequeño error hacia colapsar toda la estructura y debía empezar todo de nuevo al día siguiente. Varias noches me alcanzó la llamada a la oración del amanecer sin poder terminar el armado, no lo considero un tiempo perdido sino uno de calidad, un tipo de meditación activa y entretenida.

Más que solo «reproducir» la pintura desde la fotografía me propuse imaginar el instante más amplio en que el astrónomo experimenta la separación de dimensiones a través de la separación del tiempo y el espacio.

Todo el cuadro está lleno de pequeños detalles, un elemento misterioso es un frasco lleno de líquido que aparece pintado al fondo de la escena, al interior flota una esfera que podría ser usada por el astrónomo como un planeta, una especie de huevo primario, «las vastas aguas no tenían orillas…», dice un texto taoísta. Brahmanda, el Huevo del mundo se incuba lentamente en la superficie de las aguas. Desde la alquimia, de la cual Remedios Varo era gran conocedora, se dice que «el huevo filosófico se halla encerrado en el crisol, como el huevo del mundo o el embrión de oro en la caverna cósmica».²  Para reproducirlo utilicé una bolla fosforescente que encontré en una playa hace unos meses, se carga con la luz del día y a la noche puede emanar su luz por muchas horas. Para llenar la botella de líquido verde puse a hervir algunas piezas de ropa para extraer un poco de tintura azul y la mezclé con polvo amarillo de cúrcuma hasta conseguir el tono verde.  La pieza en su totalidad me tomó casi tres meses de trabajo en cuarentena.

Al interior del modelo astronómico de Varo imaginé algunos modelos dimensionales. Geometrías que lo conectan todo, fuerzas que como la gravedad, permanecieron invisibles al entendimiento hasta que fueron nombradas. 

Los modelos de sistemas planetarios fueron una herramienta de los astrónomos de la antigüedad para comprender el funcionamiento del cosmos. El mío funciona con reglas únicas de gravedad y tiempo.

El ser humano tiene la capacidad de dar un paso atrás y examinarse, pues no sólo somos «hommo sapiens», (hombres que piensan) como el hombre de Cromagnon o el Neandertal, sino que también somos «sapiens sapiens», pensamos que pensamos. Esa capacidad de abstraernos nos hizo poder entrar profundo en la psique y Ver lo inimaginable, Einstein miró desde fuera del tiempo y el espacio y los descubrió como un tejido deformado por la gravedad, nuestra materia moviéndose por el espacio en completa relación con el tiempo. Esa habilidad de mirar desde fuera del tiempo fue lo que Spinoza, —un filósofo al que Einstein prestaba especial atención—, llamó «sub specie aeternitatis», desde el punto de vista de lo eterno. ¿Qué es lo eterno?, precisamente esa onda que asemeja a la de una gota de agua cayendo en un mar infinito y expandiéndose hasta la eternidad. Desde Newton a Einstein aprendimos que nada está desconectado en este inmenso océano de gravedad, de una flor que se nutre de la luz de una estrella, hasta las vibraciones de estallidos lejanísimos que trastocan nuestro tiempo-espacio, todo es materia en movimiento, pero entre más nos sumergimos a las profundidades de la materia a buscar su fundamento, más vacío encontramos, tan solo chance y azar como fuerzas que conectan todo, hasta ahí el vistazo que la física ha podido dar a la siguiente dimensión, donde todo se convierte en lo posible (o lo probable) como vectores matemáticos que se abren en todas direcciones y coexisten en todos los momentos, nos adentramos así a territorios del alma y el pensamiento, el mundo inteligible de Platón.

—Fenómeno de ingravidez— muestra un instante fuera del tiempo, y más que el instante, describe la intuición de una idea, esa sustancia eterna e indeterminada de la que estamos hechos, la realidad como una delgada película que se sobrepone a otras que se abren como fractales frente a nosotros todo el tiempo, pero que sólo quien logra abstraerse de la cueva lo suficiente, puede vislumbrar. ¿Aprenderemos algún día a dominar esa dimensión?, podemos abstraernos mentalmente del tiempo, pero ¿cómo se conectan dos objetos desde fuera del espacio?, las matemáticas pueden mostrarlo, tal vez descubriremos que el cosmos entero está más interconectado de lo que imaginamos.

¹. Remedios Varo: catálogo razonado, Remedios Varo, Ricardo Ovalle.

2. Diccionario de los símbolos, Jean Chevalier, Ed. Herder Barcelona, 1986

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Un comentario en “Fenómeno de ingravidez

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