La noche en Mixquic

Panteón de Mixquic

Muchos de los mejores momentos de la vida nos llegan cuando dejamos de intentar y simplemente nos dejamos llevar por lo que el momento tenga preparado para nosotros. Justo eso pasó en Mixquic, cuando luego de una pequeña vuelta por el lugar comenzamos a pensar en la posibilidad de irnos. El cementerio estaba cerrado, tanta gente mirando los danzantes que apenas se miraban sobre las cabezas de la multitud. Luego algo indescifrable pasó: nos resignamos a lo que había y entonces comenzó todo.

[singlepic id=2326 w=800 h=800 float=center]

Ocēlōpilli, El guerrero Jaguar

Los danzantes del Anahuac bailan con fuerza, sus danzas comienzan al atardecer para acompañar al Sol durante su tránsito hacia la noche y de allí hasta su renacimiento al amanecer. Al entrar, cada danzante es purificado por el humo del copal que emana del sahumerio; es una mujer quien purifica con movimientos circulares en forma de cruz: izquierda-derecha / arriba-abajo. Los movimientos hacia la izquierda simbolizan la energía, hacia la derecha la fuerza, hacia arriba la vida y hacia abajo la muerte.

Enseguida se pide permiso a cada punto cardinal, a los cuatro vientos, para iniciar la ceremonia, haciendo círculos con el sahumerio y soplando el caracol para purificar el lugar en el que se va a danzar.

De camino de regreso al coche, vimos como algunos trepaban la barda del cementerio cerrado, no lo pensamos un segundo, brincamos también.

Durante la conquista en vez de soldados se enviaron misioneros a Mixquic que en 1627 establecieron la catedral sobre el templo a Tezcatlipoca y el panteón sobre el campo de juego de pelota.

[singlepic id=2333 w=800 h=800 float=center]

Panteón de Mixquic

Para conseguir que los indígenas entraran a la iglesia, colocaron importantes símbolos dentro del templo: los aros del juego de pelota, imágenes de Huehueteotl, de Tezcatlipoca. Al pie de la cruz de piedra se colocó un Tzompantli – muro de cráneos humanos que representa al Mictlán, el inframundo, la tierra de los muertos (los aztecas no tenían una concepción de cielo-infierno, buenos y malos todos van al Mictlán).

 

[singlepic id=2332 w=800 h=800 float=center]

Cruz de piedra sobre un Tzompantli

[singlepic id=2328 w=800 h=800 float=center]

Tonantzin

Del nahuatl «nuestra venerada madre», nuestra (to-) venerada (-tzin) madre (nān-)

Y así la noche nos tomó, platicando entre amigos sobre la vida, sentados sobre alguna tumba en la casa de los muertos a la que regresarían al día siguiente en la legendaria «alumbrada» que el pueblo hace para que los espíritus que nos acompañaron durante los días de muertos, vuelvan a su reposo.

[singlepic id=2327 w=800 h=800 float=center]

La noche en Mixquic

[singlepic id=2329 w=800 h=800 float=center]

Las raíces del cielo

El Sol comenzó a salir por detrás de los volcanes, el amanecer nos llegó, y la fiesta de los muertos comenzó a tener sentido en mi vida: Agradecer a los que nunca se van, a las abuelas y los abuelos siguen cuidándonos y que al menos, por unos días al año, todos estamos juntos.

[singlepic id=2331 w=800 h=800 float=center]

El amanecer

[singlepic id=2330 w=800 h=800 float=center]

El amanecer

[singlepic id=2335 w=800 h=800 float=center]

El amanecer

Compártelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*